Con la existencia de un delito de publicidad falsa se protege el derecho de los consumidores a tener una información veraz sobre los productos y servicios con los que continuamente son bombardeados. Se diferencia entre la publicidad que puede ser engañosa (con letra pequeña o que exagera las bondades del producto) de la que es falsa o contiene datos o descripciones falsas. Es esta última la que se persigue con el delito de publicidad falsa. Se requiere una acción publicitaria pública y que pueda causar un grave perjuicio a los que lo adquieren o contratan.

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